miércoles, 2 de abril de 2014



Cerati en primera persona – Maitena Aboitiz

No quiero ser una sola cosa. Me resisto a serlo y doy pruebas con lo que hago.
G. Cerati
p. 304

Claro que no sabía que el libro iba a salir, simplemente me topé con él de frente. Completamente desacostumbrada a hurgar los ires y venires de aquellos cuya creatividad musical admiro, sin saberme siquiera sus fechas de cumpleaños, dónde fueron a la escuela o dónde tocaron por primera vez, haber pasado un día por las revistas del Samborns y ver el montón de libros con una de foto de Gustavo Cerati en blanco y negro me paró en seco. Y tomé uno para verle el lomo y la contraportada, sólo para volver a dejarlo en su lugar, enojada, furiosa. Desaprobación.
Claro que no lo compré. Claro que me negué a recibirlo como regalo. Claro que quería olvidarme de su existencia. Tenía mucho tiempo que había dejado fuera de mi reproductor de música los discos de Gustavo Cerati. Tenía mucho tiempo de haberme dado a la tarea de seguir viviendo, trabajando y buscando música que tuviera mucha calidad. Pero poco a poco, a partir de ese día, volví a escuchar sus discos, con el mismo sentimiento de enojo hacia el genio que cayó presa  de su genialidad. Se acercaron las vacaciones de Navidad del 2013 y volví a encontrar el libro. Y volví a casa con él.

No fue un libro sencillo de leer, no para mí.

Cerati en primera persona es una recopilación cronológica de cosas dichas por él en entrevistas a distintos medios de comunicación. Se encuentra dividido en 14 capítulos, cada uno de ellos dedicado a y bajo el título de cada una de sus creaciones discográficas. Empieza con la grabación de Colores Santos y termina con la presentación de Fuerza Natural. Al centro tenemos el lujo de 16 páginas con 72 fotografías. La primera página de cada capítulo muestra la ficha técnica de dicha creación discográfica, las últimas mucho más detalladas que las primeras pero todas ellas dando cuenta de quiénes participaron en la creación de cada disco. El relato de cada capítulo es, enteramente, de voz de Gustavo Cerati.

Puedo contar con los dedos de una mano las veces en las que oí su voz dando alguna declaración en entrevista de prensa durante alguna nota en la sección de espectáculos en televisión. El tiempo total que debí haberle escuchado hablar, contando las pocas palabras que nos dirigía al público que le fuimos a ver tocar en vivo y los especiales musicales que llegué a comprar no debe sumar más de 2 horas. Por ello, tener en mis manos la posibilidad de recrear su voz al habla hizo de ésta una de las lecturas más tristes de toda mi vida lectora.

Cierto, hubo regocijo. En una máquina del tiempo voluntaria, recorrí aquello que yo vivía cuando compré su primer disco, Amor Amarillo, a la par de la lectura que hacía de su recuento. Recordé que para la llegada desfasada de Colores Santos a las tiendas de discos yo no tenía ni un quinto en la bolsa. Mientras leía, recordé la época inocente en la que vivía, y luego los días aciagos y de total incertidumbre que se me vinieron encima. Recordé el regreso de la alegría, la certeza de lo incierto y la llegada resuelta de la malicia. Recordé la pérdida de la salud, la recuperación de la salud, el convencimiento de que no puede haber nada que esté por encima de mi salud física y mental ni la de los míos. Hubo regocijo. Pero éste sólo duraba en tanto me quedara en el capítulo que leía pues, contrario a todas mis demás lecturas, ésta tenía un final que ya conocía y detestaba.

Este es un libro que no iba a leerme, como otros, de una sentada. No es un libro al que, como otros, corría a la primera oportunidad que tenía. Es un libro para el que tenía que estar de humor para leerlo. No si venía de alguna emoción intensa, buena o mala. Necesitaba estar de humor neutro para leerlo.  Y con todo, tenía que cerrarlo y dejarlo sin abrir por unos días. Me vi buscando trabajo que hacer para no tener tiempo de leerlo. Al final, encontrando el humor para leer Fuerza Natural, el último capítulo, me di cuenta que si bien mi enojo hacia el genio que cayó presa de su genialidad permanece intacto, el resto de los capítulos me ayudaron a recordar que hay otros sentimientos que guardo hacia el Leo que reverbera una luz y energía tal que no soportaba dentro de sí mismo y que tenía que sacar y compartir con el mundo.
Comparto aquí la última reflexión suya en torno al lanzamiento de Fuerza Natural.

Esto es lo que viene. Esto es lo que me representa ahora. Esto es lo que me va a llevar por el mundo a tocar. Y esto es lo que me hace sentir orgulloso.
Estoy disfrutando el recorrido, ¿no? Y es un poco la sensación: disfrutar el trayecto.
Llegar a estas épocas de mi vida y disfrutarlo… no es algo que sea una felicidad ¡wuaa! de esas que puede ser haber tenido a mis hijos. Pero la verdad es que yo recomiendo este kilometraje porque cuando uno es más péndex, la ansiedad muchas veces no te deja vivir los momentos que como los orientales bien dicen son el aquí y el ahora, y cuando llegás a esta edad que tengo, de la cual no reniego en lo más mínimo, me doy cuenta de que uno puede disfrutar más de eso que uno habla y pocas veces hace: de estar más acá.


Espero que haya disfrutado su resumen, peladito y en la boca.