jueves, 21 de noviembre de 2013



Catching fire – Suzanne Collins

“Don’t worry. I always channel my emotions into my work. That way I don’t hurt anyone but myself.”
Cinna

En carne de quien no ha cumplido 18 años, prácticamente cualquier escenario es terror puro: a esa edad uno siente con todas las vísceras. La poca tolerancia a las miradas sobre uno, las expectativas que creemos que otros tienen de uno, la envidia que nos provoca la natural desenvoltura de otros, la aceptación y magnificación de la propia torpeza, todo esto experimenta Katniss Everdeen a lo largo de las dos primeras partes de este segundo libro: The Spark y The Quell.
Nuestra protagonista se ve envuelta, uno tras otro, en escenarios de terror puro. Desde la malograda comunicación entre ella y su inseparable Gale a su regreso del absurdo reality show donde ha resultado uno de los ganadores, pasando por los inminentes preparativos de boda a los que es literalmente sometida; hasta el anuncio de que volverá al lugar de sus vívidas pesadillas, nada más y nada menos que con los ganadores de las justas anteriores.
La maravilla de Katniss, a mi parecer, es que no es una persona irracionalmente buena y generosa. Como cualquier adolescente, experimenta egoísmo, enojo y miedo que en la mayoría de las ocasiones no encuentra cómo canalizar. Puede llegar un momento en que al lector le parezca incluso mezquina, detestable y anti-heroica, pero bueno, así somos todos. Respondona, impulsiva y solitaria, lo único que parece centrar sus energías es que aquellos a quienes ama se vean en alguna suerte de peligro.

Es obvio que en The Spark, primera parte del libro, nos enteramos que puede haber una posible rebelión, un levantamiento por parte de los sobajados Distritos hacia la insensible Capital. El mismísimo Presidente Snow ha estado de visita en casa de Katniss, con su aliento a sangre fresca y todo, a fin de amedrentar cualquier esfuerzo de su parte por mantener la chispa de un posible levantamiento viva. El segmento que le comparto es el de la gran recepción para los ganadores, luego de haber recorrido cada uno de los Distritos, en la mismísima Capital:

“Why aren’t you eating?” asks Octavia.
“I have been, but I can’t hold another bite,” I say. They all laugh as if that’s the silliest thing they’ve ever heard.
“No one lets that stop them!” says Flavius. They lead uso ver to a table that holds tiny stemmed wineglasses filled with clear liquid. “Drink this!”
Peeta takes one up to take a sip and they lose it.
“Not here!” shriecks Octavia.
“You have to do it there,” says Venia, pointing to doors that lead to the toilets. “Or you’ll get it all over the floor!”
Peeta looks at the glass again and puts it together. “You mean this will make me puke?”
My prep team laughs histerically. “Of course, so you can keep eating,” says Octavia. “I’ve been there twice already. Everyone does it, or else how would you have any fun at a feast?”

En The Quell, Katniss se refugia en el bosque, presa del pánico de volver a pisar siquiera la arena. Es en el bosque donde Bonnie y Twill, fugitivas del Distrito 8 donde empezó la rebelión a tiempo que Peeta le pedía matrimonio en cadena nacional, le informan de su esperanza de encontrar el desaparecido Distrito 13 bajo tierra. Esperanza basada tan sólo en la brevísima escena televisiva en la que un ave cruza el cielo del Distrito 13, siempre la misma. En el centro de entrenamiento, Katniss y Peeta conocen a sus oponentes, Enobaria de dentadura dentada y el adonis Finnick entre ellos. Katniss y Peeta tienen a su disposición los videos de los juegos en los que sus ahora oponentes resultaron ganadores; ven y estudian estos videos como parte de su entrenamiento. En estos videos han visto el sorteo en el que Haymitch es elegido a la par de Maysilee Donner, tía de Madge y gemela de su ahora postrada mamá, ambas gemelas amigas de la mamá de Katniss, a quien Katniss ve en toda su insuperable belleza adolescente. Esta segunda parte del libro cierra justo antes de la entrada de los tributos a la arena, donde cada uno de ellos se encuentra bajo tierra acompañados de su encargado de imagen, Cinna, en el caso de Katniss. Cinna ha prendido el broche de Katniss a su delgadísimo y ajustado traje, dando un paso atrás para permitir que ella quede encerrada en el tubo que la subirá a la superficie de la arena.

Suddenly the door behind him bursts open and three Peacekeepers spring into the room. Two pin Cinna’s arms behind him and cuff him while the third hits him in the temple with such forcé he’s knocked to his knees. But they keep hitting him with metal-studded gloves, opening gashes on his face and body.  I’m screaming my head off, banging on the unyielding glass, trying to reach him. The Peacekeepers ignore me completely as they drag Cinna’s limp body from the room. All that’s left are the smears of blood on the floor.
Sickened and terrified, I feel the plate begin to rise.



En, The Enemy, la competencia propiamente dicha comienza. Katniss y Peeta buscan aliarse con otros competidores, a la par de que muchos de ellos van cayendo en las trampas contenidas en el trazado cíclico y circular de la además reducida arena de estos juegos: un diseño a modo de reloj. En medio de estas alianzas, Katniss confía y desconfía de los demás competidores, al lado de quienes libra batallas contra monos mutantes y contra los tributos considerados como favoritos. De igual manera, se enfrentan a una neblina venenosa que pasma el sistema nervioso y al terror psicológico que les infligen los jabberjays al imitar gritos de auxilio en voces de Annie, Gale y Prim. Mal herida por obra de Johanna, Katniss saca fuerzas para volar el campo de fuerza que envuelve a la arena y aprisiona a los competidores dentro de ella. Una nave ha venido por ella, a la manera en que los tributos muertos son evacuados de la arena. Katniss despierta dentro de la nave donde, aturdida, entubada, dopada y canalizada, ya consiguió írsele encima a Haymitch, quien, al igual que Finnick y Heavensbee viaja dentro de la misma. Katniss, el mockingjay, ha sido exitosamente rescatada, no asi Peeta. Todo parece indicar que él se encuentra en manos de la Capital. A quien Katniss ve al abrir los ojos es a Gale.
Pensando que quizás ya disfrutó de la película incluso antes de su redoblado estreno, le regalo el gran final:

“She is alive. So is your mother. I got them out in time,” he says.
They’re not in District Twelve?” I ask.
“After the Games, they sent in planes. Dropped firebombs.” He hesitates. “Well, you know what happened to the Hob.”
I do know. I saw it go up. That old warehouse embeded with coal dust. The whole district’s covered with the stuff. A new kind of horror begins to rise up inside me as I imagine firebombs hitting the Seam.
“They are not in District Twelve?”  I repeat. As if saying it will somehow fend off the truth.
“Katniss,” Gale says softly.
I recognize that voice. It’s the same one he uses to approach wounded animals before he delivers a deathblow. I instinctively raise my hand to block his words but he catches it and holds on tightly.
“Don’t,” I whisper.
But Gale is not the one to keep secrets from me. “Katniss, there is no District Twelve.”

Espero que haya disfrutado su resumen, peladito y en la boca.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario